Rusia
Al cruzar el hito que indica que me encontraba en Rusia, estaba a los pocos kilómetros inmigraciones. Una larga fila de, en su mayoría, rusos o finlandeses. Intentaba llenar la hoja de inmigración válida para Rusia y Bielorrusia (luego me enteraría del estrecho vínculo entre ambos países), pero me doy cuenta que...no sabía escribir en cirílico!, el alfabeto usado en Rusia. Hice lo mejor que pude las "я", las "ш" y otros símbolos, escribiendo direcciones y nombres de hostales, pero parece que no fue suficiente para el guardia de turno.
Mientras revisaban hoja por hoja mi pasaporte con luces UV e incluso una lupa, luego de inspeccionar mis maletas, por fin me dejaron entrar. Después sin embargo me entero que esto que fue una mala anécdota pudo haber terminado en algo horrible, ya que uno de los medicamentos que tenía en caso de emergencia o accidente y que justamente tenía en el compartimiento de mis pasaporte, acá era considerado una droga ilegal. Hermoso final hubiera sido terminando en una cárcel rusa o deportado a Chile...
En fin, estaba ya libremente en territorio ruso.
Me miró por 5 segundos con una cara de perro y se dio media vuelta sin dirigirme la palabra.
"Dónde me vine a meter!" me preguntaba, quizás tenían razón muchos de los europeos que me advertían de Rusia. Pero como siempre me dije, jamás me iba a llevar por esterotipos ni primeras impresiones.
Rápidamente en el pedaleo antes de llegar a San Petersburgo (y también al salir de la ciudad) me di cuenta del radical cambio con Finlandia y en general los países nórdicos. Creo que ha sido el cambio más fuerte entre países contiguos en lo que va de mi viaje después de lo que fue Cuba-USA. Carreteras de tierra en mal estado, casas cayéndose a pedazos y fábricas abandonadas. Esa era la "verdadera Rusia" según me comentarían luego a diferencia de San Petersburgo, una ciudad por y para el turismo.
La Rusia profunda |
Por lo demás, en este viaje he descubierto que las ciudades que más me agradan son esas que tienen una población con entre medio millón y un millón de habitantes. Ni tan grandes como una metrópoli ni tan pequeñas, donde hay de todo al alcance de la mano.
No averigüe cuántos habitantes tenía la ciudad antes de llegar. Cuando me dijeron que eran más de 5 millones lo podía creer.
En todo mi viaje nunca había visto eso. Era un efecto entre lo acogedora de la ciudad, sin edificaciones grandes y una ciudad muy amplia y poco densa. A simple vista parece con suerte una ciudad de 1 millón de habitantes, pero no...
Los canales que abundan en la ciudad, por algo es otra más de las llamadas "Venecia del norte". |
Vistas de San Petersburgo |
"Pero mírala, si es hermosa!" Les decía a mis amigos rusos.
"Mmm, normal no más" me respondían. No lo podía creer.
Ese, como lo bauticé "síndrome Rusia" efectivamente dura un par de semanas, y luego pasa a ser parte del paisaje. "Hay que guardar este secreto" me dijo un francés. Aunque de secreto tiene poco, prefiero compartirlo con el mundo.
Palacio de Petergof, en las afueras de San Petersburgo |
Una de la razones más importantes de quedarme acá gran tiempo, eran los precios. Gracias a la devaluación del rublo hace un par de años, detallada por el conflicto con Ucrania del 2014, el alojamiento, la comida y la vida en general era muy económicas. Una pieza céntrica por un solo mes, no salía más de 300 dólares, el metro por casi medio dólar y se podía comer fácilmente por uno o dos dólares.
Tal y como en México, acá es poco lo que puedo comentar de la bicicleta y el recorrido, ya que esta fue una especie de pausa dentro del viaje. Sin embargo, en estas paradas largas es donde más profundamente se puede llegar a conocer el país. Así, fui durante dos meses, un residente más de Rusia.
Empecé mi pedaleo el 11 de junio del 2016, y un año después, la vuelta al rededor del sol me pilló en esta parada. Además, fue acá donde cumplí mis 30 años. Fue hermoso tener este tiempo para mirar atrás y recordar todo lo que había sido este hermoso año, además de recibir saludos de más de 30 países distintos.
Una de las anécdotas más grandes de mi paso por acá fue antes de la final de Chile. Mientras me alistaba a ir a ver a Chile, me llama la hermana de uno de mis mejores amigos. Me querían hacer una reportaje para Emol, el más leído diario electrónico de Chile. Luego de este reportaje, y como tengo hasta la marca de mis calzoncillos en mi página para ser ubicado, como nunca empezó a sonar mi teléfono, sin exagerar, más de 100 mensajes por leer cada 5 minutos al viralizarse. Quería promocionar el viaje, pero por un momento se salió algo de las manos tanto. En fin, fue agradable recibir tantos mensajes de apoyo, saliendo en algunos periódicos locales e incluso recibiendo una llamada de RT (ex Russia Today) para una noticia.
A mi derecha Juan Andrés (Colombiano) y Asya (Ucraniana-Rusa). Dos de mis grandes compañías en el país. |
A pesar de todas las barreras, y en parte gracias a Sandra, profesora de español en Rusia que me fue quién me introdujo al principio al país, su gente, su comida y sus costumbres, pude entender mejor y hacer conexión con la gente de acá.
La comida rusa por ejemplo está muy influenciada por los países vecinos que antiguamente pertenecían a la antigua Unión Soviética.
Volviendo el tema de Europa, muchas veces incluso me (antes y luego de pasar a Rusia) me hicieron comentarios sobre lo peligroso que era el país, sobre la delincuencia. La verdad es que caminar de noche por San Petersburgo lo sentí tan o más seguro que hacerlo por ejemplo en Munich, por lo que como cualquier ciudad grande, había que tener resguardos básicos, pero absolutamente nada del otro mundo.
Llegué en medio de las "noches blancas", y tal como en el resto de los países del norte, que bordean con el paralelo 60º (o sobre él), el tema de la luz es caótico. En invierno, prácticamente no tienen luz del sol y en verano, no hay casi noche.
Salir del pub o disco a una decentes 2am, pero tener al sol encima tuyo, te hacía sentir el tipo más borracho del mundo, sumado al hecho que es imposible dormir así. Desarrollé unas hermosas ojeras marrón profundo mientras estuve acá, durmiendo algunos días 16 horas diarias y otros 4. A veces no dormía o a veces pasaban 3 días y dormía solo 2, mezclados con un montón de siestas.
Adiós querido San Petersburgo! |
Pedaleando nuevamente por la "Rusia profunda", y mientras tomaba desayuno en un poblado de no más de 100 personas, me habla un tipo. De mi primitivo ruso, le entendí"Ti Est". Al parecer me estaba invitando a comer.
"No, no gracias! Estoy en mi desayuno". Mientras balbuceaba eso, tomaba mis cosas para llevarlas a su casa, no había espacio para un no.
En su casa, con los niños al rededor me presenta a su amigo Armenio. Él era Alexandr.
Me sirve un almuerzo, con casi puras verduras y carne producidas en su hogar. Mil gracias le digo.
Comiendo noto que están tomando "un par de copitas" en la mañana. Una botella entera de vodka y 4 litros de cerveza para ser más exactos.
-"Tan temprano bebiendo Alexandr?"
-"Es para empezar el día con energía, prueba uno"-
-"No, grac..." -Cuando ya tenía el vodka frente a mi. "Ok, solo uno".
Como no me canso de repetir, odio un poco eso de los estereotipos, pero sí. Es verdad. Acá se bebe mucho. Mucho. Fueron sin ir más lejos los dos meses más borrachos de mi vida.
-"Mil gracias Alexandr! Con esto tengo energía para todo el día"
-"No, falta el último Vodka"
-"No puedo decir que no, cierto"
-"No".
-"Ok".
Luego del último vodka y dos días de intenso pedaleo, llegué a Letonia. Nuevamente en la zona euro. Hasta el día de hoy, pasados casi 5 meses de mi llegada que recuerdo con nostalgia este lugar.
Desde Rusia, con mucho amor. Gracias por todo mi querida Rusia, nos veremos nuevamente.
Las tumbas a los caídos en la II Guerra Mundial. Como en toda Rusia, país con más muertos de la guerra, se encuentran estos Memoriales en cada ciudad o pueblo. |
Adiós Rusia! Que venga Letonia |