Ruta Timor: Filipinas, Indonesia & Timor Leste

![]() |
Cebú desde las alturas |
![]() |
Olango |
![]() |
Manila |
![]() |
Bali |
En Indonesia tenía que buscarme otra motivación para avanzar. El pedalear sin un rumbo fijo, sin una meta clara no me motiva. Por eso definimos como punto de llegada uno de los países menos explorados del planeta: Timor Leste. Razones habías varias. Era el único país de toda Asia su lengua oficial es una latina (el portugués), que es además mi idioma favorito. El visitarlo lo imaginaba como lo que fue mi paso por Mozambique, una especie de oasis donde entendía absolutamente cada conversación en un desierto de idiomas que no comprendía (Kirguis, Urdu, Vietnamita, Japonés y un larguísimo etc.). A Javier este tipo de países, exóticos e inexplorados como fue nuestro viaje en Tayikistán, también le gustan mucho, por lo que no ni siquiera tuve que convencerlo, fue un automático "vamos". Además, Timor, por su posición geográfica, era el punto más cercano a Darwin, desde donde iba a empezar a cruzar Australia por el norte. Por si faltaran motivos, su frontera terrestre, con Timor Occidental (en Indonesia) requiere una serie de trámites y preautorizaciones que lo iban a hacer aún más desafiante, viendo el cruzar esa frontera como una línea de meta en esta última parte de Asia. Así, mi misión número uno era intentar obtener la preautorización para cruzar esa frontera (luego de mi fallido intento en Filipinas de conseguir dicho permiso).
Nos tuvimos que quedar más de la cuenta en Bali, ya que era el único punto donde podía obtener el bendito documento para entrar a Timor Leste por tierra. Luis, (“bapak” Luis como lo bautizamos irónicamente con Javier) quien era el encargado de la embajada de Timor, no se hacía ver. Intentaba caerle en gracia al llamarlo hablándole en su nativo portugués, pero no había caso. Cuando ya me había rendido luego de visitar 3 veces distintos consulados -no hay cosa que odie más que lidiar con burócratas ineficientes- Javier, quien es naturalmente más optimista que yo en cosas que no dependen de uno, fue quien me convenció de intentarlo por última vez el lunes. Contra mi voluntad acepté, más que nada para que quedase tranquilo que habíamos hecho todo lo posible, pero yo con la certeza que las probabilidades eran prácticamente cero. Tenía mucha experiencia con estos países de "burocracia africana" para saber que era una misión imposible. Luego de reunir una cantidad ridícula de documentos, y presentarlos en una carpeta roja (requisito obligatorio), de cartón (y no de plástico; un chico fue rechazado por presentarla en una carpeta plástica), me dieron en minutos el visado. De no haber sido por la insistencia de Javier, no lo hubiera logrado. Esperábamos con las bicicletas afuera del consulado y tan pronto nos dieron el papel, partimos hacia el este. Rumbo hacia Timor Leste.
El sol y la humedad me pegaron duro en el primer día de pedaleo en varias semanas. Sentí la falta de actividad física -junto a un par de kilos demás ganados semi a propósito para aguantar Australia y no terminar en los huesos como en Tayikistán- por la larga parada en Manila, así que el pedaleo hacia Timor Leste lo tomé como una más que necesaria preparación física para Australia. Ese mismo día alcanzamos el puerto justo a tiempo para llegar a Lombok, nuestra segunda isla.
![]() |
Lombok |
Lombok nos recibió con una arquitectura musulmana que nunca había visto y uno de los azalás más largos que hemos escuchado, continuando así por el resto de nuestra estadía en el país, dejándonos en claro que el lado más glamoroso de Indonesia había quedado atrás. Entramos en la Indonesia profunda y de mayoría musulmana. Para cruzar Lombok desde el oeste, en Lembar, hasta Lombok Puerto, en el este, le propuse a Javier uno de mis planes que hago en rutas enmalladas donde hay centenas de opciones para ir de un lugar a otro, en el caso que me interese conocer al lado profundo ese lugar. Se trata de hacer la ruta que indica Google Maps, entre dos puntos, pero caminando. Una especie de ruleta rusa donde te manda por huellas de animales, propiedad privada y lugares donde es tremendamente dificultoso pedalear y estamos obligados a caminar o llevar las bicicletas al hombro. Javier aceptó, siempre con la idea de que íbamos a llegar en un solo día al puerto. El plan funcionó a medias, ya que la ruta era tremendamente intransitable (Javier se cayó un par de veces ese día por lo mismo) pero obtuvimos panorámicas que de otro modo se nos hubieran pasado desapercibidas, entre poblados perdidos sin acceso a carreteras y campos de arroz. A mitad de camino cambiamos la estrategia y tomamos la ruta principal. En eso estábamos cuando Farid, un indonesio local, nos invitó a comer con su familia; ya era hora del almuerzo y no habíamos encontrado provisiones en un buen rato; se lo agradecimos mucho. Esa invitación, quizás más allá de las mezquitas o la arquitectura, es el símbolo más claro de que estábamos en zona musulmana. Conocimos a su familia y notamos el mucho interés que tienen en conocer a los extranjeros. Nos empezamos a llenar de niños – amigos de su hijo – que nos miraban con curiosidad, y nos decían que "parecíamos actores”, lo cual nos causó mucha gracia. Al despedirnos, seguimos pedaleando ya por rutas más transitables, pero no por eso más seguras. Como mi correlación “pueblo amable, maneja mal” rara vez falla, fuimos testigos del poco respeto a las normas del tránsito en este lugar. Ese día, a poco de llegar a Lombok puerto, un camión que venía atrás mío embistió brutalmente a la mujer que venía a literalmente dos metros detrás de mí. El camión se terminó estrellando contra un árbol y la mujer quedó tendida en el piso. Me salvé por un par de metros ya que, peor aún, no llevaba puesto casco. Nos devolvimos a ver y la mujer estaba en el piso, no sabemos con seguridad hasta el día de hoy si falleció o no, pero sí la llevaron de inmediato al hospital local. Me salvé, una vez más. Al día siguiente, con la moral algo baja por el accidente partimos hacia nuestra tercera isla, Sumbawa.
![]() |
El accidente del que me salvé por metros |
Si bien en Lombok aún quedaba algo de turismo, aunque evidentemente no por donde pedaleamos, al movernos a esta isla más hacia el este, durante los 5 días que estuvimos en Sumbawa no vimos ningún extranjero. Acá empezamos a escuchar, calculo que unas 30 veces al día, los "¡míster!" de los niños (y algunos no tanto). Nos llamó la atención que ocuparan la palabra "Míster", pero es la traducción literal de Bapak, para referirse a alguien en señal de respeto. Incluso escuchamos que a algunas mujeres las trataban de "míster". Javier, tan o más freak por los idiomas que yo, lleva siempre consigo una libreta donde, en cada viaje, le pide algún hablante de alguna lengua que le escriba algunas palabras. Yo sabía que Papúa Nueva Guinea era el país con más idiomas en el mundo, pero había olvidado por completo que Indonesia era el segundo. Pasamos de zonas de lenguas Bali, a Sasak o Bahasa Bima, sumado al Bahasa Indonesia, que tal como el Suajili en Tanzania o el Hindi en la India, la lengua franca del país necesaria para hacerse entender entre regiones. La inmensa cantidad de población dividida entre cientos de islas, ciertamente ayuda a que se generen dialectos que pronto se hacen ininteligibles entre unos y otros por el aislamiento. Pero muchas veces incluso en una sola isla el idioma cambiaba dependiendo si estábamos en el este o el oeste. Y Javier estaba teniendo su propio parque de diversiones pidiéndole a gente anotar algo en algunas de las literalmente centenas de idiomas del país.
— Me siento haciendo trampa — comentaba Javier al ver como nunca que su libreta se llenaba tan rápido.
![]() |
Sumbawa |
Fue en esta isla donde tuve una conversación con Javier que me hizo "aterrizar" sobre mi viaje. Cuando lo comencé en el 2016 decía que quería "Conquistar al mundo". Luego de quedar congelado Islandia y casi morir en Albania, bajé el alcance del viaje, ahora cuando me preguntaban decía que viajaba así para conocer "cada metro del planeta".
— Mira Indonesia, apenas visitaremos, ¿10 islas? de cientos. Y ¿5 idiomas? ¿10? el mundo es muy grande para decir que vas a conocer cada metro de él— me comentaba con bastante honestidad mientras recorríamos el país.
Y tenía razón. A pesar de ya haberle dado el equivalente a una vuelta entera al planeta (e ir ahora por la segunda), son cientos las "vueltas" que se le pueden dar y aun quedarse con lugares y culturas por conocer. Ya no iba a "Conquistar el mundo" como egocéntricamente decía en un comienzo, ni a descubrirlo metro a metro. Javier me hizo ver que efectivamente lo justo era bajar el alcance de mi proyecto. Lo iba a definir como un muy buen intento de descubrir la mayor cantidad de países, lenguas y culturas, intentando sacar un poco de cada región del planeta para hacerme una idea, bastante resumida, de cómo es el mundo. Hacía la analogía de quien hace un muestreo estadístico o una encuesta, sin la necesidad de consultarle a cada persona se puede obtener un resultado más que satisfactorio.
Quizás nuestro punto más bajo anímicamente fue en esta isla. Al viajar así, paso el 80% del tiempo en lugares “remotos”, como Sumbawa, pero esto tiene un lado B. Y es que quizás luego de algunas semanas en Japón, Manila y Bali, había olvidado lo duro era viajar por esos poblados en bicicleta. Luego un par de días en la isla, las decenas de chinches en mi cama, en un pueblo que ni siquiera aparece su nombre en Google, me comieron cada parte de piel expuesta y las ratas -a las que les tengo fobia- que merodeaban por el lugar me hicieron recordar lo fácil en el que un paseo turístico se puede convertir en una ruta tan tortuosa. La lluvia además empapó gran parte de mi ropa en unas aporreadas alforjas llenas de hoyos que filtran mucho. Luego siempre sale el sol, es verdad, pero la ropa apestosa por la humedad con calor y la cara roja y ardiendo luego de horas de pedaleo los que me recuerden al oído del costo que hay que pagar a cambio de descubrir el mundo.
Cuando llegamos a Bima, la ciudad más grande de la isla, nos quedamos en un hotel muy bueno. Y no hicimos más que descansar. No hubiera disfrutado tanto esos días de no ser por lo duro que fue la ruta. En eso concordamos con Javier, el pasar del infierno al cielo es lo que nos pone de mejor humor, si pasáramos de hotel en hotel, cosas tan sencillas como encontrar una cama decente perderían el encanto. El barco hacia Flores, la siguiente isla hacia el este, nos esperaba y luego de meter mi bicicleta en una bolsa para ahorrarme los 10 euros de llevar a Libertad como bolso, y no como bicicleta, nos embarcamos.
![]() |
Postales de Sumbawa |
![]() |
La libreta de Javier |
![]() |
Con Safriana y su amiga |
![]() |
Pulau Padar y Komodo |
Visitamos la isla de Pulau Padar -de una arena rosa que jamás había visto en mi vida- y Komodo, para visitar sus famosos dragones. También tuvimos la oportunidad de conocer el fondo marino más hermoso que había visto hasta entonces. Si bien originalmente nos íbamos a quedar varios días, decidimos acortar la estadía y pasar rápido a la siguiente isla al este, Timur ("Este" en lengua tetún), que está dividida entre Timor Occidental (perteneciente a Indonesia) y Timor Leste, que es literalmente traducido como el Este del Este, el último rincón de Asia en el este. Es un país soberano, ex colonia portuguesa y mi último país en Asia luego de más de un año en el continente; es además uno de los 3 países más jóvenes del mundo, logrando su independencia luego de una sangrienta ocupación indonesia hace apenas 2 décadas.
No encontramos un ferry adecuado -salvo uno que demoraba 3 días- así que decidimos ir por aire. Como punto de llegada en Timur escogimos Atambúa, en la mitad de la isla, todavía en el lado indonesio. Durante las últimas semanas, a pesar de estar en un lugar paradisíaco, mi mente no dejaba de pensar en Australia. Mientras caminaba o pedaleaba por Indonesia, mis pensamientos están allá, empezando mi ruta en Oceanía. Pero me estaba perdiendo el vivir “aquí y ahora” poblados tan remotos en la Indonesia profunda. Así que, en mi última semana en Asia, antes del inmenso desafío de cruzar Australia por la mitad, me prometí dejar de pensar en lo que viene y vivir más el presente, disfrutar cada picante comida indonesia y sonreír cada vez que nos griten “¡Bule!" por las calles.
Decidimos partir la mañana siguiente de nuestra llegada a Atambúa y hacer en un día la ruta hasta Dili, la capital de Timor Leste. Pero plan de llegar a Dili ese mismo día chocó con que la bicicleta de Javier llegó con una pieza crítica rota y demoró toda la mañana en arreglarlo. Una vez que lo solucionó, partimos con apuro, ya que sea veía muy difícil llegar en un solo día. Luego de unos kilómetros en ruta esperé bastante a Javier que a veces se me quedaba atrás, pero luego de media hora aguardando por él, no apareció. Asumí que había quedado atrás o había tenido algún problema y decidí seguir para intentar llegar a Dili y contactarlo, en ese momento no tenía conexión -y por los próximos 2 días-. Fue mi primer día de pedaleo en solitario en semanas.
![]() |
Casi en la frontera entre Indonesia y Timor Leste |
![]() |
Timor Leste |
Al llegar a Timor Leste, el país 103 de mi vuelta al mundo, descubrí varias cosas. Estaba en uno de los países más pobres del mundo (una cosa es leer la data del Banco Mundial y otra, verlo con tus propios ojos), pero un lugar donde muy pocas personas hablan el portugués, la gente que conocí del lado indonesio eran una excepción. Es además uno de los que menos visitantes extranjeros reciben; estimo que fácilmente más del 80% de la población del mundo desconoce siquiera la existencia de un país llamado Timor Leste, al igual que Palau o Nauru. En mi pedaleo hacia su capital, rodeado de sus chozas (llamadas “Uma Lulik”, de alta importancia simbólica) intentaba comunicarme con la gente en portugués, pero me respondían en su nativo idioma tetun, con un dejo de vergüenza por no poder responderle a un extranjero hablándoles en el que, en el papel, es el idioma oficial de su propio país. La realidad es que el idioma está más asociado a su pasado colonial y sus élites actuales. Yo les respondía con algo de disculpas al hablarles en un idioma que no manejaban.
![]() |
Rostros de Timor Leste |
No pude llegar a Dili en un día, pero sí al siguiente. Nuestros planes originalmente eran llegar hasta el punto más al este de la isla, pero con Javier desaparecido (en un lugar donde hasta Dili no había internet) decidí esperarlo en la ciudad, yo ya conectado, hasta que diera señales de vida. Pasaron 2 o 3 días sin que diera señales de vida y me empecé a preocupar. Cuando estaba por contactar a alguien de la policía apareció, bastante molesto conmigo. Su bicicleta había vuelto a fallar y su visión es que lo dejé solo, la mía es que lo esperé demasiado pensando que venía atrás (y sin posibilidad de comunicarnos remotamente), pero luego de unas cervezas planificamos el cómo seguir la ruta nuestros últimos días. Ya, por tiempo y por ganas, no nos era posible llegar hasta el extremo este del país, así que decidimos ir a la isla de Ataúro. Si el país es uno de los más remotos del planeta, llegar a esa isla puede ser comparables a estar en alguna de esas islas del pacífico sur o del atlántico, era difícil sentirse más desconectados del mundo en términos culturales y logísticos.
![]() |
Postales de Timor Leste |
Él llegó un día después en un barco y yo al siguiente en un vuelo chárter, sobrevolando su capital, sus aguas turquesas y finalmente la selvática isla perdida. Me quedé con una familia local donde, donde como siempre en el país, me recibieron como si fuera parte de la familia. En esta parte del mundo, además de la agricultura de subsistencia, el turismo es uno de los pocos ingresos para subsistir. Más enojo me causaba el hecho del burócrata “Bapak” Luis que me hizo la vida imposible para poder entrar a Timor Leste, cuando deberían, al contrario, promover el conocer este diamante en bruto con hambre de divisas extranjeras. Nos quedamos hasta el domingo en donde la gente de la isla y de la capital transa sus productos cultivados localmente, así como sus animales.
![]() |
Rumbo hacia la isla de Atauro |
![]() |
Atauro |
![]() |
Dili |