¡Io parlo Italiano! - Italia y San Marino
Paso San Gottardo. A partir de ese momento, empezaba la Europa ítaloparlante. |
Luego de ese incidente, el pedaleo por la parte italiana de Suiza, una vez bajado los Alpes fue bastante tranquilo, rodeando el Lago Lugano. Y cuando la ruta es muy tranquila, por lo general me dan ganas de tomarme un pequeño desvío. Con lo mucho que amo los mapas y esas anomalías geográficas, al día de pedaleo, veo un exclave de Italia en Suiza. ¿Qué es un exclave? Es una parte de un país que no está contiguo al territorio principal del país, sino que se encuentra rodeado de completamente por otro territorio. Ejemplos hay varios: en Angola, Kalilingrado en Rusia, el Nakhichevan en Azerbaijan, etc. Este, es Campioni d’Italia. Una ciudad de Italia, completamente rodeada por Suiza. Rarísimo, ¿no?
Con la inexistencia de fronteras en Europa, fue poco emotiva la llegada. Una simple bandera de Italia y de la Unión Europea, así como cruzando la calle. ¿Cómo es un exclave? ¿Tiene más del país de origen que del que es rodeado? Claro que depende del país en cuestión, por ejemplo, el mismo Kaliningrado es parte fundamental de Rusia y NADA tiene de los países que lo rodean (Polonia y Lituania), mientras que otros como el exclave azerí de Karki, es azerí solo en el papel, ya que es administrado totalmente por el país que lo rodea, Armenia. Este era un híbrido raro que estaba quizás a mitad de camino entre Kaliningrado y Karki, donde la moneda era el Franco Suizo, la policía era una administración especial Suiza, pero la señal de celular era Italia y sus impuestos, también.
Por fin, Italia |
A poco de seguir pedaleando, llegué por fin a la tierra de mis nonos, la Bella Italia. El objetivo en Italia era recorrerlo desde el norte, hasta la ciudad de Ancona, donde iba a tomar el ferry que me llevaría a los Balcanes. La primera parada fue la ciudad de Como -y su famoso lago-. Luego vendrían Bérgamo, donde planeamos encontrarnos con Marinela y viajar juntos a una vieja conocida para mi, Milán. Después de 16 años, me reencontraba con la ciudad que me llevó a visitar mi abuelo. Luego de una visita a familiares en Torino, empezó la ruta hacia el sur.
Mientras pedaleaba hacia el sur de Italia, el "Viento Tramontano", ese frío viento que baja desde los Alpes y que tanto temía antes de llegar, resultó llevarme como una pluma hacia el centro de Italia, pero al hacer cambiar el tiempo de un momento a otro, me trajo varias sorpresivas lluvias y terminé por quedar sin aparatos electrónicos. Perdí un montón de fotos e información. En menos de 3 días ya estaba al lado de Bologna, y como siempre que me pasa algo malo, viene la devuelta de manos del destino. Ahí me recibió Antonio, ciclista que me llevó a conocer su ciudad tan llena de vida, ya que es la sede de una de las universidades más antiguas del mundo, la universidad de Bologna. La ciudad italiana que más me cautivó en todo el paísu. Son pocas las ciudades que me han gustado tanto en tan pocas horas. Así que cuando tuve que partir, recurrí al recurso infalible cuando no me quiero: ¡pensar en mi próximo destino! A solo dos días de pedaleo, iba a visitar un país dentro de Italia. San Marino. Uno de los microestados europeos, de esas particularidades geográficas que tanto amo, uno de esos lugares que visitó mi abuelo y que sentí que ya lo conocía por sus relatos. Cuando me contaba que al ir a comprar pan estabas en Italia, y al volver, en San Marino. "En serio Tata?", lo miraba a mis 6 años y le preguntaba con un poco de incredulidad y asombro si era verdad. A saber. Es un país enclavado totalmente dentro de Italia, tan pequeño como una ciudad pequeña de Chile. Allá me esperaba Estéfano, el primer sanmarinense que conocí, a tan solo dos días de pedaleo desde Bologna.
Germano, quien mientras estaba en ruta me invitó a comer unas pastas preparadas por él. |
Y Estéfano, quien también me invitó a comer pastas caseras :D |
En mi ranking de dificultad, Perú ocupará por siempre el primer lugar. Pero si inventara una estadística así como "dificultad por metro cuadrado", San Marino estaría en el primero lugar. Absolutamente todo el país era una amplia montaña, donde no había plano ni un por un solo metro. Llegué con un poco de retraso donde Estéfano, quien me recibió en su gran casa a un par kilómetros (es decir casi la mitad del país) de distancia de Ciudad de San Marino, la capital.
Vistas de San Marino |
Al día siguiente partía. En la mañana mientras realizaba mi ritual de una cerveza-un país, se me acercan varios sanmarinenses al verme con la bicicleta tan cargada. Primero una amable chica a preguntarme por mi viaje y a invitarme a una celebración tradicional que se realizaba acá -que lamentaré por días haber declinado- y luego un caballero, don Matteo, a quien la conté la historia de mi abuelo y quedó sorprendido por mi italiano. No iba a aceptar que me fuera de su país sin que me mostrara todos los secretos que tenía en su casa.