Entre arena, montañas y fusiles – El Sinaí en bicicleta
Tan pronto salí de Israel, me tranquilicé. Me llenaron historias de gente con problemas al salir del país, especialmente aquellos que visitaron Palestina. Con la cantidad de fotos de Palestina, el tiempo que pasé ahí y lo mucho que he escrito acerca de ese maravilloso territorio, pensé que habían excusas suficientes para hacerme pasar un mal rato a la salida; desde retenerme un par de horas con un bombardeo de preguntas, hasta prohibirme el ingreso al país por 5 años.
Recibí en cambio un by-pass para salir antes, amables sonrisas y un “¡que vuelvas pronto!”.
Sin embargo en el lado de Egipto, con 25.000 kms de bicicleta recién cumplidos. la cosa iba a ser diferente.
Mientras hacía los trámites, se me acercó alguien que pensé que era algún operador turístico con algún tipo de encuesta. Me preguntaba por mi viaje y qué lugares pensaba visitar en Egipto, y en particular en el Sinaí. Le comentó que quería atravesar el Sinaí, por el sur, para llegar luego al Cairo. Fechas ni tiempo no lo tenía claro, ya que dependía básicamente del estado de ánimo de mi cabeza, mis piernas y, por supuesto, de Libertad.
Todos los policías, con amable sonrisa me comentaban que estaba todo en orden, que debían solamente hacer un par de verificaciones.
A las casi dos horas, yo ya de poco humor, me acerco con el que parecía ser el jefe de la delegación.
-Señor, ¿hay algún problema? ¿Algún error con la documentación? Creo tener todo en regla
-No te preocupes, está todo OK. Pasa que como vas en bicicleta, tenemos que asegurar los caminos y coordinar tu escolta. Ya estamos casi listos. Vas a tener compañía”.
La primera de muchas patrullas. |

Sin embargo, este es un paraíso turístico, con playas blancas y mar turquesa, de clima perfecto y donde no dan ganas de salir. Esta parte del país, vive del turismo.
Por estos motivos, sumado al hecho de lo expuesto que quedaba al andar en bicicleta, la policía no quería tomar el riesgo de que a al pelmazo que se le ocurrió andar en bicicleta por acá le pasara algo, así que tuve durante prácticamente todo el Sinaí, guardia policial. La mayor parte de las veces pedaleando con una patrulla atrás, otras agarrado del auto, y en otras, simplemente con la bicicleta arriba de la patrulla.
-“¿No puedo pedalear por acá?”
-“Puedes, pero te queremos ayudar”
Jamás recibí un NO directamente, sino que se “ofrecían” a ayudarme, y cuando no era posible pedalear, tomaban la bicicleta y la ponían en la parte trasera. Entre checkpoints, controles militares ubicados entre las bifurcaciones y conexiones de caminos, no tenía permitido pedalear.
Al principio, policías y militares, me miraban con curiosidad ("qué carajo hace este tipo con una bicicleta de 50 kilos por acá"). A los minutos, tímidamente empezaban con un champurreado inglés.
-From Chile my friend!
-Italy?
-No. Chile. "Chili". South America.
-Ah America!
-No man, South America. Latin America. Brasil, Argentina and next Chile (haciendo el gesto con las manos de un país grande, uno un poco más chico, y luego uno largo y flaco a continuación).
-Ah, Argentina! Messi, Messi good player.
-No man, Chile.
-Yes, yes, Argentina.
-Ok. Argentina. -Al final me rendía, prefería pasar por argentino que por Norteamericano.
Cuándo me pasaban a buscar en la mañana, no podían aceptar que me fuera a desayunar sin ellos, no podía decir que no. El problema es que a los pocos metros metros venía otra patrulla y el otro grupo de policías. Con el "toma un segundo desayuno para pedalear mejor", empezaba el día cargado de falafels, hummus y pita. Imaginarme esto en otro país, fuera de la esfera musulmana, es imposible.
Sobre la ruta en sí, a pesar de la poca libertad que tuve que pedalear, fue hermosa.
Con mi grupo de escoltas número 13 |
A los minutos de llegar a la ciudad, y mientras compraba algo, se me acerca un chico egipcio.
-“Hey! ¿Tienes donde quedarte? ¿Te puedes quedar con nosotros si quieres?”.
Así sin más, tuve uno de los mejores descansos en lo que va de viaje. Conocí a muchos ciclistas, entre ellos a Ahmed, con quién estamos viendo la posibilidad de pedalear juntos por Egipto y Daniel, un dentista que me tiene invitado a Alexandría. A los días, y con dificultad, me tuve que despedir de este paraíso.
Dahab |
-Carlos, bienvenido a Egipto. - Me dice. Con placas y condecoraciones que le llegaban casi al ombligo.
-Muchas gracias general. Me han tratado increíble en su país.
Mal no me vino pasar por ahí, creo que será la única oportunidad en mi vida donde por 10 dólares conseguiré un hotel, con piscina, desayuno egipcio ilimitado y comodidades, al lado de un vista maravillosa del Mar Rojo. Pero vamos, que ese no era el objetivo del viaje, con un par de noches, regaloneando las piernas, bastaba.
Sherm el Sheik. Ok, no soy fanático de resorts ni lugares ultra turísticos, pero vamos, que nadie se negaría a pasar un par de días en este paraíso. |
Acampando en las estaciones de policía, para partir temprano al día siguiente con mi nueva escolta. |
A poco de llegar al estratégico puente que conecta el Sinaí con el resto de Egipto, es decir Asia con África, se acabó el pedaleo. Con escolta militar esta vez, me subieron a un furgón. Pregunté unas 5 veces si podía pedalar, pero ahora el "no" era más rotundo. Es un punto tan importante, que no había posibilidad de cruzarlo en bicicleta. Un poco de tristeza tuve que ya que era la única oportunidad de llegar bicicleteando a otro continente y no en barco o avión. Pero al llegar al otro lado, la libertad volvió. Estaba libre de volver a pedalear sin escolta y lo mejor, estaba en África!
Ras Sudr |
Cruzando el túnel que conecta Asia con África. El cuarto continente estaba al otro lado. |