Soy Carlos Jeldres Venzano. Ingeniero, Chileno, Chillanejo y fanático de Ñublense. El 11 de junio del 2016 dejé mi trabajo y comencé a perseguir mi sueño: dar la vuelta al mundo en bicicleta. 5 continentes, 5 años y más de 100 países. Bienvenidos al viaje de mi vida

Zimbabue

Carlos Jeldres Venzano - septiembre 20, 2019




Zimbabue era el último país que me quedaba por atravesar antes de llegar a Sudáfrica. Poco sabía del lugar además de que su economía está destruida y que su historia reciente con la población blanca del país había sido traumática. Ah, y que tenía que llevar sí o sí efectivo o iba a sufrir las consecuencias de un país donde, al menos en lo que respecta a la economía, no funciona como en la mayor parte del mundo.

¿Cómo se maneja el dinero en un viaje tan largo alrededor del mundo? Llevar efectivo para tantos años evidentemente no es buena idea. Es mejor llevar para uno solo mes como máximo, y usarlo en caso de emergencia; es mejor que te roben el dinero para un mes (como me pasó en Uganda) a perder 5 años de ahorros, ¿no? Sin mencionar el riesgo de cruzar con esa cantidad de efectivo fronteras donde gran parte de los oficiales viven de los sobornos, el típico y que tanto odié "amigo, te puedo dejo pasar, pero ¿cómo me puedes ayudar tú a mí?". La solución que queda entonces es usar tarjetas plásticas y retirar de los cajeros automáticos. ¿Cuál es el problema entonces en Zimbabue? ¿Porqué no podía hacer lo mismo que hice en los 60 países anteriores? Zimbabue es uno de los casos donde la economía terminó por reventar por la hiperinflación y la moneda terminó valiendo nada. El gobierno lo que hizo fue eliminar la moneda local y dolarizar el país (como pasó en Ecuador, por ejemplo). Pero en paralelo a este proceso de dolarización, como los dólares en el país no eran suficientes, creo los "bonos zimbabuenses" con los que se paga en la práctica y que en teoría se llevan 1:1 con el dólar. Como esto no tiene sustento y en ninguna parte del mundo aceptan estos famosos "bonos", se armó un mercado negro de divisas de dólares reales por bonos, donde te dan hasta 4 bonos por un dólar real. Entonces, al sacar de un cajero 50 bonos, me cobrarían en mi país el equivalente a 50 dólares, y si bien es uno de los países más baratos del mundo, con 50 bonos no se compra ni un tercio de las cosas que se harían con 50 dólares. Por eso, la solución es llevar cash y cambiarlo en el mercado negro. Tan poca confianza se le tiene a la "moneda" local, que los locales hacen algo parecido, al tener cada uno en sus casas dólares escondidos (ya que tampoco pueden meterlos al banco; se los convierten a los famosos "bonos"), cada familia con una técnica diferentes, desde un ladrillo falso en la cocina a algún techo falso solo para esconder sus ahorros.

Sin yo tener la más mínima responsabilidad del tema, me llegué a sentir culpable por la situación; para un extrajero cualquiera, la situación de desgracia en el país hace que pasar por ahí sea escándalosamente barato. Con solo 200 dólares se puede sobrevivir un mes, durmiendo plácidamente cada noche y con nada que falte para comer. Eso sí, si es que se logra encontrar algo en un país afectado por la escasez de productos.

Cuando mi "dealer" volvió con los bonos. Es ilegal la compra en el mercado negro.
200 dólares convertidos a bonos. Mientras en Suiza me sentía el ser humano más pobre del país, acá era el más rico. La inequidad del mundo vivida en carne propia en una vuelta al mundo.
Rumbo a Sudáfrica

Luego de dos días en Mutare, casi en la frontera con Mozambique, empecé a pedalear rumbo a Sudáfrica. Había venido hacia Zimbabue sin mayores expectativas y quería llegar pronto al país más austral del continente. Si soy sincero conmigo, quizás deba reconocer que lo único que me llamaba del país era la curiosidad (¿o morbo?) de ver en primera persona como es la vida en un país con la economía literalmente destruida, que funciona en base a un "dinero falso" que está por el suelo, tanto por culpa de la corrupción, la inflación y, quizás lo peor en el mediano y largo plazo, la sequía. El cambio climático no nos golpea a todos por igual, en un país desarrollado jamás dejarán de haber naranjas todo el año en el supermercado, los peores efectos se ven en los países más pobres y, como siempre, incluso más todavía dentro de esos países, en sus habitantes más pobres. Sin embargo, a los pocos kilómetros noté tenía mucho más que conocer: su gente. Zimbabue resultó ser un país en extremo amable. Donde pasaba, la gente me gritaba para saludarme o para darme ánimo. Creo que no solo lo recordaré por ser el país donde los billetes no me cabían en la billetera, sino por ser donde vi la mayor cantidad de sonrisas en todo el viaje. Una de mis preguntas favoritas a la gente es preguntarles si son felices, pero para esa pregunta, aplicada al grueso de África, no encontré respuesta. Ese concepto del "África misteriosa" siento que aplica perfectamente a este pregunta. ¿Cómo era posible verlos siempre sonriendo, siempre saltando si gran parte de su población vive en la miseria más absoluta?. Luego de un año en el continente, puedo decir que aun no tengo una respuesta para esa pregunta.

Atrapa al Mzungu. Por donde pasaba

Mientras hacia lo que mejor hago sobre la bicicleta (no es pedalear, sino romperme la cabeza intentando entender cada país) encontré una mina de diamantes. Me llamó la atención la poca seguridad que había en lo que era una de las poquísimas fuentes de ingresos del país, casi cualquier podía entrar. Esa noche me terminaron de cuadrar las cosas. Se me acerca tímidamente Trust ('confianza' en español, como gran parte de los nombres acá, que representan desde estados de ánimo hasta conceptos como "Esperanza", "Futuro" o "Felicidad"), y me pregunta si me interesa hacer negocios.
      Claro que me interesa, pero ¿de qué tipo de negocios estamos hablando?
      Mira, es muy simple. Yo envío piedras al extranjero, a precios imbatibles
      ¿Piedras?
      Claro, piedras  Mientras me ilumina con un celular desechable, de fines de los 90', diamantes de diversos tamaños y colores.
      Wow....
      Yo le pago a mis amigos guardias de las minas para que me dejen pasar, me llevo unas cuantos para la casa y los mando para afuera en estas esculturas al tiempo que me mostraba esculturas de cebras y elefantes que realmente hacían bien el trabajo de bajar las sospechas de recibir un paquete desde Zimbabue . Le hago un hoyo acá abajo y las mando para afuera por DHL. Esta va ahora para Bélgica y esta otra para Israel. ¿Fácil no? Mientras me hablaba no paraba de pensar en lo bien puesto que tenía el nombre de "Confianza". Hablaba como si en vez de traficar diamantes avaluados en miles de dólares, estaba realmente enviando piedras sin mayor al extranjero.
       Muchas gracias amigo, pero como ando en bicicleta no tengo mucho tiempo para negocios.  Lo cual es mentira, pero preferí sacármelo de encima elegantemente. No tenía intenciones de correr el riesgo de terminar en una cárcel en Zimbabue.

Los diamantes de África.
A los dos días de pedaleo, y luego de compartir con la única persona de 70 años que encontré, en un país con una esperanza de vida de que no llega a los 60 en los hombres, conocí a Hope ('esperanza' en español). Él iba de camino, como yo, desde un pequeño poblado hacia Masvingo, unos 140 kilómetros de distancia, en bicicleta. La gran diferencia es que mientras yo iba en Libertad, recién aceitada y con todos sus repuestos, digamos una bicicleta aceptable, Hope se movía en algo que solo siendo generosos se podría describir como una bicicleta. La otra gran diferencia es que yo lo hacía por la curiosidad de descubrir el mundo, él lo hacía ya que no tenía el cuarto de dólar para pagar el transporte. Decidimos hacer al camino juntos.

Mientras pedaleábamos y conversábamos, le cuento de mi historia y me miraba asombrado. Por lo mismo, por un tema de orgullo, no podía ser el primero en parar para descansar. Media hora. Una hora. Hora y media después de habernos encontrado y Hope aún sin darme una señal de que quería parar, pedaleando sobre 23 km/h en ese fierro con ruedas. Le digo que necesito parar a tomar agua.
     ¡Claro! Un hombre fuerte como tú, con el viaje que haces necesita mucha agua. - Me dijo mientras me colgaba con la boca de mi bolsa de agua. Le ofrecí, pero no quiso.
Al rato de pedalear, quizás otra hora, ya el estómago me rugía por comida. Le lancé el comentario así como para que hubiera sido idea suya parar.
       Hope, ¿no tienes hambre?
       ¡No Carlos! Ya comí anoche.
       ¿!Anoche?! - Cuando ya era casi el mediodía. ¿Cuántas veces al día comes?
       Una, dos a veces. No tengo hambre todavía.
Tuve que dejar nuevamente mi ego de lado y pedirle parar por segunda vez para comer, el estómago no me aguantaba más. Me llené a más no poder. Hope de mala gana me aceptó una naranja.
Me miraba mientras comía y me decía
       Claro, ¡con todo lo que viajas necesitas comer mucho!
Al seguir, ya por tercera vez le tuve que pedir parar parar descansar, luego de casi 100 kilómetros. Él no estaba cansado todavía.
       Un hombre fuerte como tú con lo que haces, necesita mucho descanso.
No se daba cuenta acaso este tipo que estábamos haciendo prácticamente lo mismo, pero él con una bicicleta de mierda, sin agua y prácticamente sin comida. Que era él quien estaba haciendo algo sencillamente inhumano .Que si hubiera tenido mi situación económica, probablemente hubiera ya terminado la vuelta al mundo en el tiempo que me demoré en llegar a su país. Cada vez que me decía "que fuerte que era" parecía como si fuera para molestarme, ¡pero lo decía en serio!

Con Hope, al llegar a Masvingo
Luego de meses en el país y de conversar con locales y foráneos que están en estas tierras, logré formarme una opinión de lo que pasa. El colonialismo en África sigue marcado a fuego en su gente. Y la verdad es que me hace sentido, si la descolonización pasó hace apenas 40-50 años, a diferencia de Latinoamérica donde hace más de 200 y ya varias generaciones de por medio donde al español, al menos en Chile, se le ve como un igual. Algunos más radicales piensan que la descolonización ha sido solo simbólica, muchos de los países son de facto dependencias de sus antiguas colonias, como Francia. Quizás sea el caso más extremo el de Sudáfrica, donde los famosos Bantúes se encargaban de no educar a la población negra en pos de que fueran útiles para los blancos, haciéndolos dependientes de esto. Esa huella la vi marcada a fuego en África y en casos como este, el colonialismo se refleja en la admiración al no-negro.



El Great Zimbabwe. Cuna de su historia y lugar que le da el nombre al país.

Si la noticia es que "los bienes básicos están llegando", es por que algo no anda bien en un país.
En un país donde todo falta, gasolina incluida, la gente puede fila por horas y horas para poder abastecerse.

Ya habiendo casi atravesado el país, divisé a lo lejos muchos atravesando un puente. Hacia el sur, los que salían con las manos vacías. Hacia el norte, los que entraban con bolsas y bolsas de mercadería. Eran zimbabuenses que atravesaban al país vecino a comprar cosas básicas que no hay en Zimbabue, quizás los pocos que tenían acceso a dólares. Había llegado a la frontera con Sudáfrica, el último país al sur de África y el número 62 del viaje. Al pedir un foto en la frontera, me pidieron comida de vuelta. Comúnmente digo que no, pero hice una excepción. Pero Zimbabue no es un país común.




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