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Burundi |
-Peter, y si me voy por este otro -le indico mostrando en el GPS el camino que va hacia la frontera-, ¿crees que pueda entrar a Burundi?
-¡Claro! teniendo la visa no te van a hacer ningún problema, no tienes que pagar nada.
-No tengo visa Peter -Quien se larga reír, como diciendo “entiendo a donde va tu pregunta”.
-Bueno, acá las cosas a veces funcionan diferente. Quizás si “dejas caer” unos 5.000 o 10.000 chelines, te van a dejar pasar. -Eso corresponde a 2.5 o 5 dólares.
La visa para Burundi estaba con más de un 90% de descuento si lograba entrar!
Al explicarle en detalle, se larga a reír más fuerte que Peter. “Estúpidos Mzungus” debe hacer pensado.
-¿Entonces, puedo cruzar y me va a volver a dejar pasar?
-Sí hombre, anda.
Se repitió ese corto diálogo unas 5 veces con ligeras variaciones en inglés. Quería asegurarme que me entendía y que no me iba a dejar atrapado entre fronteras. Había pasado la primera prueba ¡y gratis!
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Libertad entrando con bombos y platillos al país número 59 del viaje: ¡Burundi! Libertad entering the country number 59 of the trip with great fanfare: Burundi! |
-Claro! Bienvenido a Burundi. Muéstrame la visa por favor. -Sentí en ese instante como si se derrumbara como un castillo de cartas el plan, bajo la atenta mirada de toda la aldea.
-No tengo visa señor. Estoy dando la vuelta al mundo en bicicleta y quiero visitar la mayor cantidad de países que pueda. Me encantaría pasar un rato, se lo suplico. -Mientras la mostraba en mi pasaporte las varias decenas de estampas y visas de países tan recónditos y disímiles como Belice, Kosovo, Camboya o Bahréin.
-Mmm…
-Por favor señor -Ese por favor, me salió como cuando tenía que convencer a mi mamá de dejarme hacer algo que estaba mal, pero en complicidad conmigo, terminaba aceptando.
-Ok, pasa. – Lo abrazo con una sonrisa de lado a lado de mi cara y me la devuelve de manera tibia.
Ya estaba en Burundi! Pero faltaba aun algo...
I was already in Burundi! But...
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-¿Sucede algo? - Le pregunté al jefe.
-¿Puedes dejar la bicicleta acá, en la frontera?
-Claro! Ningún problema -Ufff, suspiré por dentro. Querían asegurarse que no iba a escapar.
Me puse en mente hacer lo primero que hago cuando llego a un país:
-¡Dónde hay una cerveza local! -Grite en medio de la aldea, mientras todos se reían.
-No hay en esta aldea, tienes que ir a la próxima, en Gasenyi -Me respondió un poblador. Gasenyi estaba a casi 3 kilométros. No valía la pena ir sin Libertad.
-Están locos ustedes, como pueden vivir en un pueblo sin cerveza. -Se largan a reír todos nuevamente.
-¿Acá hablan francés, cierto? -Le pregunté a los pobladores.
-Así es
-Ok, entonces….¿cómo era que se dice adiós en Francés? -Me dejé solo en ridículo al intentar despedirme en un idioma que no conozco ni de cerca.
-Jajaj, ¡au revoir!
El “soborno” que tuve que pagar: dos bebidas bien heladas que les di por cuenta propia y en agradecimiento a los guardias.