Resumen:

Inicio Iquique. Huara (77 kms) – Huara/Colchane (63 kms) – Huara/Colchane (56 kms)(1) – Colchane (43 kms) – Refugio Conaf Chuyuncallani (93 kms) – Ancuta (60 kms) – Parinacota (57 kms)(2) – Charaña (95 kms) – Berenguela (61 kms) – Caquiaviri (77 kms) – La Paz (95 kms)
(1) Máxima altura alcanzada: 4.695 m.s.n.m.
(2) Máxima velocidad alcanzada: 76.7 kms/hr
No sé en qué momento pasó, pero la planificación inicial del
viaje, kilómetros diarios, ciudades y rutas, la dejé un poco de lado.
Dependiendo del ánimo con el que me levante veo cuánto pedaleo, si descanso o
no, y lo más importante, por dónde pedaleo. Lo único que tengo claro son los
puntos a los que tengo que llegar (Santiago, La Paz, Cusco, Lima…hasta Canadá
como primera gran parada) dejando el camino intermedio variable. Sin embargo,
no lo dejo al azar ya que tomo como principal referencia lo que me indica la
gente de la zona, quienes conocen mucho mejor que Google los atractivos y caminos
a tomar; me he dado cuenta que se disfruta mucho más el viaje con esa pequeña
incertidumbre. Gracias a esto último elegí una de las rutas más hermosas que
creo veré en mi viaje, la cual no tenía incorporada (al menos completamente) en
el esquema inicial: el Altiplano.

Así es que partí temprano ese día y enfilé rumbo a Huara,
primera parada en 1.100 m.s.n.m., ruta tranquila y donde conocí a alguien que
me regaló guantes térmicos nuevos luego de haberlos perdido estúpidamente en
Antofagasta. Luego descubriría que haber subido sin guantes hubiera sido un
suicidio.
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Con Efraín Amaro |
Ya al segundo día, la cosa se puso más dura. A pesar de una
dura jornada de pedaleo (7 horas de pedaleo real), avancé apenas 60 kms. Acá me
di cuenta que había que kilometrar no solo horizontalmente, sino verticalmente
también, todo lo anterior mientras se desafía a la puna. Mismo ritmo al tercer
día, donde alcancé los 4.350 m.s.n.m, acampando a los 4.100. Esa fue una de las
noches más duras que he pasado en mi vida. Aun no averiguo cuanto hizo esa
noche en particular, pero se me congeló la fruta, la leche, el agua, ¡todo! No
sentía los dedos de los pies ni manos al día siguiente, por lo que sin poder
conciliar al sueño a las 4:30 de la mañana, levanté mis cosas para intentar
pedalear y calentar el cuerpo. Aprendí de la peor forma lo duro que es el frío
del altiplano.
Con pocos kilómetros faltando para llegar a Colchane, alcanzo
la ciudad eso del mediodía. Mientras estoy sentado (probablemente se me notaba
en la cara el shock postraumático luego de la noche anterior) aparece un señor
que amablemente se presenta: don Efraín. Creo que injustamente he comentado
mucho acerca de las rutas y las ciudades que he visitado, pero poco sobre la
gran cantidad de gente que me ha ayudado. Efraín me dio tips sobre el camino
que debía seguir y sobre la cultura altiplánica, lugares donde debía quedarme,
me facilitó el Internet satelital para poder comunicarme con el mundo, me invitó
a tomar once a su casa, donde probé una increíble sopa de Quínoa tan típica de
esta zona pero que sin él hubiera pasado la vida sin conocerla, y lo mejor de
todo, me consiguió la casa del cura de la ciudad que no se encontraba, para
poder pasar la noche. Todas estas personas, finalmente le dan un sentido mayor
a este viaje, por lo que estaré eternamente agradecido por su ayuda y compañía.
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Los primeros pedaleros que pillo! 4 Franceses. |
Energías repuestas para la meta del día siguiente, alcanzar el refugio de CONAF ubicado a 95 kilómetros de Colchane. Con el trauma de acampar a la intemperie nuevamente, me focalicé en llegar como fuera a ese lugar. Duro considerando que sería un camino íntegramente de tierra.
Ese día sin embargo pude apreciar uno de los paisajes más lindos del altiplano, el volcán y el pueblo de Isluga, la cantidad de caseríos aymaras, abandonados muchos y un paisaje que por momentos quedaba pegado viéndolos; sentía a ratos que estaba en un cuento. En eso estaba cuando Galileo (mi GPS y responsable en gran parte de que siga vivo) me indica que estaba a metros de ¡Bolivia! Vi una de las fronteras más surreales, una ordinaria malla (que después me contaron que son para el ganado, ni siquiera para las personas), con un cartel que decía Bolivia. No había nada en lado nacional. Acá descubrí que las fronteras se hacen más difusas entre países en estos lugares, unidos por una cultura común, donde no existen aduanas ni controles. Curiosamente en los solo 3 kilómetros que
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Por ahí entré... |
estuve en lado Boliviano, divisé a los primeros cicloturistas en lo que llevo
de viaje: 4 franceses que venían de Lima hasta Chile. Fotos de rigor e
intercambio de contactos, para seguir la ruta alcanzar el bendito refugio. Se
hacía tarde y los cambios de temperatura son extremadamente bruscos. Ya con la
noche sobre mi cabeza y las manos doliendo por el frío, alcancé a eso de las
20:30 el lugar. 12 horas de pedaleo (7:36 de pedaleo real, jornada más larga
hasta ahora), para encontrar el refugio…cerrado. Luego de gritar de impotencia
(y del dolor de manos) pasé a un plan B, abrirlo como fuera como un delincuente.
Nada me importaba con tal de un poco de calor. En eso estaba cuando encontré
una ventanita de 1m x 1m de un baño abierta. Gracias a todos los kilos que he
perdido de peso, entré JUSTO. Dejé una nota explicativa en la puerta pidiendo
disculpas, y dormí como un bebé…que amaneció resfriado. A los kilómetros de
lugar al día siguiente encontré una minera, donde aproveché de pedir agua
caliente y salí con desayuno gratis y regaloneado por los trabajadores. Me
estoy malacostumbrando a estos gestos al parecer, pero se agradecen con el
alma.
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Mi primera noche en una casa aymara |
De todas formas, por el malestar que tenía, no andaba con ganas de pedalear muchas horas, cuando en mitad de ruta
divisé otro caserío aymara. Nada perdía con intentar pedir alojamiento. La
única persona que estaba en la localidad (de 4 habitantes en total) me ofreció por un monto simbólico, quedarme en una casa aymara. Me embargó la emoción,
desde chico que tenía conocimiento de esos asentamientos de barro y paja, pero
nunca había estado en uno. Fue la noche más calentita que he pasado en el
altiplano, es increíble lo térmicas que son.
Ya descansado, partí a camino a Chungará, donde alcancé una
nueva altura máxima: 4.695 m.s.n.m. La puna me afectó mayormente el primer o
segundo día, donde fue necesario aprender a controlar los ritmos y la
respiración, pero con el tiempo me fui aclimatando.
Siguiendo la ruta en Parinacota y con la meta de alcanzar Visviri, el primer poblado al norte de Chile, logré llegar a eso de las 15:00 de un sábado. Reconozco que algo de decepción tuve, parecía más un pueblo fantasma que un poblado; no había ni un alma. Por esto, no me quedó más remedio que pasarme al lado boliviano, y pasar la noche en Chañara. No digamos que era la ciudad más alegre del mundo, pero por lo menos había vida. Fue mi primera, de muchas que se vienen, noche afuera de Chile en este viaje. Quedaban horas para llegar al tripartito el domingo y conocer el famoso hito, además de la feria entre Chile, Bolivia y Perú que se realiza todos los domingos.
Siguiendo la ruta en Parinacota y con la meta de alcanzar Visviri, el primer poblado al norte de Chile, logré llegar a eso de las 15:00 de un sábado. Reconozco que algo de decepción tuve, parecía más un pueblo fantasma que un poblado; no había ni un alma. Por esto, no me quedó más remedio que pasarme al lado boliviano, y pasar la noche en Chañara. No digamos que era la ciudad más alegre del mundo, pero por lo menos había vida. Fue mi primera, de muchas que se vienen, noche afuera de Chile en este viaje. Quedaban horas para llegar al tripartito el domingo y conocer el famoso hito, además de la feria entre Chile, Bolivia y Perú que se realiza todos los domingos.

Por solamente 76 bolivianos (7.600 pesos chilenos, 11 dólares aprox), conseguí:
i) Una noche de alojamiento en una pieza no compartida con
vista a la plaza, ii) almuerzo completo con pescado, ensalada, arroz, chuño,
etc, iii) una segunda porción para llevar de almuerzo para el día siguiente,
iv) 12 naranjas, v) 25 (¡veinticinco!) plátanos…definitivamente hambre no
pasaré por estos lares.
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Con Frigildo y Tomás en Berenguela |
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Por fin. La Paz. |
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Chungará. Donde logré la máxima altura. |
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Berenguela |
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La Paz de fondo y yo quemado por tanto sol |
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Cuando se llevan ya 4.500 metros sobre el mar y aparece ese odiado símbolo :( |
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Frontera Boliviana. Sin aduanas ni controles |
